¿Cantidad en lugar de Calidad?
Cantidad en lugar de calidad.
El titulo puede llevar a confusión, pero no se equivoquen. Esto es lo que denuncian las Bodegas Familiares de Rioja: un sistema que no funciona, una burocracia que pesa demasiado y la falta de apoyo de las instituciones, no de ahora, sino desde hace ya tiempo, al modelo de empresa familiar, algo que en La Rioja es fundamental. Son estas bodegas las que dan un valor añadido, pero, si no se pone remedio, solo se llegará a la pérdida de rentabilidad por hectárea y botella para esas bodegas y familias que han apostado por invertir en su tierra.
El problema está en el sistema de «cantidad en lugar de calidad», que lo único que produce es una bajada de precios y calidad en un producto reconocido a nivel mundial. Eso sin olvidar los miles de turistas de otros países amantes de los vinos que visitan esta región con la esperanza de conocer estas joyas enológicas que las bodegas familiares, pequeños productores y viticultores ofrecen y que, en ocasiones, quedan ocultas tras las grandes bodegas. Atraídos por el marketing de la arquitectura (que no digo que esté mal, pero…), pasan solo de puntillas por las bodegas familiares y en muchos casos las visitan porque les sobra un poco de tiempo y no saben qué hacer. Lo digo con conocimiento de causa, pues he dedicado mucho tiempo en años anteriores al turismo en La Rioja.
Otro de los problemas que inciden en La Rioja desde hace algo más de una década es la cantidad de bodegas de otras regiones que se han asentado en este lugar y con modelos muy diferenciados a lo que es La Rioja. La consecuencia es la pérdida paulatina de bodegas y viticultores, que en estos diez años ha sido considerable: 53 bodegas y casi 3000 viticultores. No me invento nada, son cifras reales de la Denominación de Origen Calificado (DOCa) Rioja. Un problema adicional será en 2021: con la pandemia se prevé un cierre de bodegas muy importante; de hecho, las bajas más numerosas siempre se producen en las bodegas familiares, por su modelo de negocio.
En el año 2011 había 526 bodegas con actividad comercial, de las que a día de hoy solo quedan 473. Con los titulares de los viñedos ocurre algo parecido: se han reducido de 17.296 a 14.455, un 16 %. Otro tanto pasa con las bodegas con registro embotellador: se ha pasado de 600 a 575.
El nuevo presidente de la asociación de Bodegas Familiares, Hernaiz, lo dice muy claro, cuestionando las decisiones que se están tomando en La Rioja: «En este sistema ―explica― únicamente se sobrevive creciendo en hectáreas o en volumen de producción, con el control de grandes compañías y multinacionales para las que La Rioja es solo una parte de su negocio y que, ante la ceguera de las instituciones, hace mucho daño a quienes apostamos por esta tierra y a quienes invertimos aquí nuestro patrimonio en exclusiva».
¿Estamos ante el principio de un descrédito? Espero que no, porque un vino como el que se supone que produce La Rioja es casi un patrimonio que no debemos perder. Porque los vinos de La Rioja están incluidos entre las cuatro principales regiones del mundo que pueden elaborar grande vinos de guarda: Burdeos, Borgoña, Piamonte y Rioja.
Por ello, ahora más que nunca, estas bodegas tienen que tener el apoyo de las instituciones, pero ahora, no cuando sea tarde, algo que es endémico en la política.
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